Vuelvo a escribir para que alguien me lea

Hace unos años me dejó perpleja escuchar a una consultora internacional, especializada en coaching, que el ser humano se dirigía inexorablemente a comunicarse exclusivamente través de la palabra hablada. «Tanto la lectura como la escritura son convenciones que nos han hecho superar los límites físicos temporales en la comunicación», decía, pero se trata de habilidades adquiridas y perfeccionadas, no pertenecen intrínsecamente al ser humano.

Por ello, explicaba la coach, la tecnología nos llevaría inexorablemente a no tener que leer y escribir nunca más para comunicarnos o para adquirir conocimientos: vídeollamadas, notas de voz, reproducciones 3D: digamos que ver, oír, hablar… tocar, como sentidos primigenios, deberían superar a la lectura o a la escritura en una sociedad global y complicada como ésta.

Como contrapunto, el pasado mes de marzo, Jorge Maridrorriga ponía en valor tanto la lectura como la buena escritura en un artículo que tuvieron que comentar los jóvenes que se presentaron a la EBAU en Canarias, La civilización de la flamenca bailando. Su tesis nos recordaba la importancia de la lectura, de la escritura…pero de la buena lectura, de la buena escritura…no de la que se limita a sustituir palabras o conceptos por emoticonos más o menos acertados.

Llevamos muchos siglos estructurando nuestra sociedad en torno a la lectura, a la escritura. El desarrollo intelectual, la creatividad, y otros muchos valores más subjetivos como la empatía, la comprensión, la relatividad no se entienden sin la lectura; no se entienden sin la escritura.

Pero la irrupción precisamente de la tecnología está produciendo un punto de inflexión cultural en el que la velocidad y la distancia configuran una sociedad hiperconectada de peor calidad, de mensajes breves, memes, gifs, que nos hacen perder la capacidad de reflexión, de concentración …

Estamos inmersos en un proceso de adaptación, en un proceso de cambio, al que algunos nos resistimos más que otros, porque es difícil desechar aquello que ha formado parte de nuestra forma de ser, como individuo, como sociedad y como civilización.

La comunicación pierde calidad y secundando la tesis inicial se debería volver a hablar más… pero, mientras tanto, yo vuelvo a escribir para que alguien me lea.